BOEDO; “Julito” ingresó desde el banco; aportó mucho a San Lorenzo.


El futbolista de General Cabrera Julio Buffarini, otra vez este fin de semana, tuvo que ingresar desde el banco al inicio del segundo tiempo; su aporte fue muy importante al partido con el ingreso de Buffarini, arrinconó a los mendocinos hasta obtener su premio a los 35’, por intermedio de un cabezazo de Kannemann.

San Lorenzo jugó un buen segundo tiempo, supo reponerse de una desventaja inicial y terminó dejando una buena imagen ante el peligroso Godoy Cruz de Palermo. De esta manera, cortó una racha de tres derrotas al hilo en el Nuevo Gasómetro.

San Lorenzo no pudo ganar, pero al menos demostró orgullo y carácter y terminó rescatando un punto ante Godoy Cruz. El equipo de Pizzi, que llevaba tres derrotas al hilo en el Nuevo Gasómetro, reaccionó con un buen segundo tiempo a una desventaja inicial y al menos dejó una imagen más combativa. Tuvo actitud y fútbol. El Tomba, en tanto, fue perjudicado por la expulsión de Insúa, pero al menos conservó su invicto fuera de Mendoza. 

El local arrancó mejor, enfocado, con Piatti como manija. Pero a pesar de sus buenas intenciones le faltó claridad en los metros finales. Y sin notarlo, se fue apagando. El conjunto de Palermo no dejó pasar la oportunidad y, de a poco, se empezó a animar un poco. Con Ramírez como manija, abrió la cancha, encontró espacios y tuvo dos posibilidades concretas: Lértora al palo y Sigali al travesaño. La absurda expulsión de Stracqualursi a los 37’ terminó de inclinar la cancha. Por eso, tampoco sorprendió tanto el gol de Obolo a los 40, con un cabezazo simple tras una mala salida de Ibáñez. No se podía hablar de injusticias…

Tras el descanso, el partido dio un vuelco. Sobre todo tras la expulsión de Insúa (pareció compensación de Trucco) que impulsó al Ciclón a buscar definitivamente el empate, aun a riesgo de exponerse definitivamente. Con esfuerzo y crecimientos individuales (buen ingreso de Buffarini), arrinconó a los mendocinos hasta obtener su premio a los 35’, por intermedio de un cabezazo de Kannemann. Tampoco se podía hablar allí de injusticias…

El ratito que quedó fue para que el local se jugara su última ficha al triunfo heroico. No obstante, ya no le quedaba nafta. Pero por lo menos, quedó justificado el desgaste.

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