La cara de preocupación mezclada con bronca del cabrerense Julio
Buffarini en el partido que San Lorenzo perdió con Racing, dolió en el alma de
cada habitante de nuestra Ciudad que seguía el partido por TV; pelo los habitantes
de General Cabrera sabemos de la fortaleza anímica de “Julito” que la peleó
desde abajo y sabe del esfuerzo por lograr los objetivos.
Resulta bravo cabalgar con riendas cortas sobre un 4-0, pero
habrá que dejar las desmesuras, propias de un resultado impensado, para que
esta vez hagan uso y abuso todos los hinchas de Racing que quieran embriagarse
con los excesos. La verdad es que Prósperi hizo un penal como para que echen al
técnico, Gentiletti marcó un gol en contra con una barrida que es esperable de
Stracqualursi y en el área de enfrente, Cámpora se ganó la titularidad con un
grito que deberá compartir con la torpeza mayúscula de Masuero y, de cierre,
otra vez el protagonismo de Prósperi mandando al fondo de la red un remate de
Vietto que estaba por verse dónde terminaba.
Con el partido 3-0, la figura del clásico era Saja. Por el
penal ejecutado con la convicción de un líder, por dos atajadas decisivas para
sostener el empate, primero, y la ventaja parcial, después.
Si Racing terminó deglutiéndose a su rival fue, sobre todo,
porque este equipo parido por Caruso Lombardi muestra algunas aristas
inentendibles. En ataque, por caso, atrasa como 20 años. Esos pelotazos
frontales, anunciados y estériles para estos días son los del Vélez que ganó
todo, con Chilavert como lanzador para la pareja de tanquetas compuesta por el
Turco Asad y el Turu Flores.
En defensa, ¡por favor! Habrá que revisar profundamente una
línea de cuatro tan vulnerable como la que anoche formaron Masuero (aplazado),
Bianchi (el único que defendió), Gentiletti (no mostró virtudes para ser
titular) y Kannemann (permeable y violento).
Para colmo de males, Piatti, la gran esperanza para que la
pelota tenga en ataque un destino razonable, duró en cancha apenas 38 minutos,
ya que se lesionó nuevamente. Después del segundo gol, entre los horrores
tácticos, las falencias técnicas y el descontrol corporizado en las expulsiones
de Gentiletti y Masuero, el Ciclón cerró la jornada hecho pedazos, esparcido
sobre el césped como un equipo que se va al descenso.
Todas las deficiencias de uno sirvieron para que brillaran
algunas virtudes en el otro. Racing tiene un arquero serio para remontar en la
tabla hasta donde pueda, la velocidad de Vietto siempre tiene como punto de
llegada el arco de enfrente, la experiencia de Ortiz potenció la calidad de
Cahais, Zuculini hace de segunda guitarra en la zona donde Pelletieri toca como
quiere (siempre bien) para adelante o para los costados, Villar ya sabe que
puede moverse por donde le convenga al resto y, al menos por esta jornada,
Cámpora reemplazó a Sand y armó con Vietto una dupla más aceitada y picante que
aquel intento inicial de atacar con Hauche más Sand.
Nada es para siempre y Luis Zulbedía lo sabe. En este tramo
de expectativas exageradas y turbulencias potenciadas por el agite mediático,
este Racing ya se comió a Independiente, River y San Lorenzo. Justo en la mitad
del torneo Inicial y después de una goleada como para volar, la Academia (17
puntos, a uno de Newell's, el puntero) tiene otra posibilidad de decir para qué
está. Y la obligación, claro, de demostrarlo sin demoras.
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