Cuando Vélez ya jugaba mejor el Cabrerense Julio Buffarini
tuvo una clara cuando le gana el duelo a Papa y el carrilero enganchó frente al
lateral-volante y su zurdazo explotó en las manos de Montoya, fue casi el
segundo gol de “Julito” en primera. San Lorenzo cayó derrotado 2 a 1
En la brillante y aterciopelada tardecita del Bajo Flores,
la realidad le mostró a San Lorenzo el rostro mas feo de su complicada
actualidad. Este equipo desangelado , que a veces (ante River y Newell’s) juega
a no atacar y ayer quiso prepotear sin ideas con tres delanteros al mismo
tiempo, se rindió ante un Vélez que por estos días habita un escenario de
diferente y superior jerarquía. Este equipo, por ahora sin identidad, que
Caruso Lombardi trae a los tumbos, engaña a los presentes con que intenta
sostener la vigencia de un enganche (primero Ruiz y Rolle después), pero con el
pasar de los minutos demostró que la idea es que la pelota no pase por los pies
de los creativos.
Chucky Ferreyra tuvo su bautismo de gol en un equipo que,
con Insúa por detrás y el grandote Pratto por los costados, parece armado como
para que el ex Banfield quede siempre de frente al arco. Salvo el rato que tuvo el gol de
Stracqualursi en el medio -jugada de fricción con rebotes múltiples- dos
jugadores de Vélez, ambos en sectores vitales del campo, establecieron la
diferencia existente entre uno y otro. Sebastián Domínguez, un defensor de lujo
para nuestro fútbol doméstico, y Federico Insúa, mediocampista ofensivo al que
la pelota le corre como si estuviera envaselinada , descollaron en una
estructura que no luce debilitada por la partida de Barovero, Ortiz, Víctor
Zapata, Augusto Fernández y el Burrito Martínez, entre otros.
El principal duelo (Buffarini contra Papa) que presentaba el
juego tuvo vigencia de entrada. El carrilero enganchó frente al lateral-volante
y su zurdazo explotó en las manos de Montoya. Un rato después, en el área de
enfrente, se invirtieron los roles, Papa ganó por arriba y Ferreyra liquidó a
Migliore para el 1-0.
Se enojó un ratito el local y mejoró cuando se dejó manejar
por Ruiz. Pero se nota que no están acostumbrados a jugar con armador porque se
olvidan de entregarle la bola -lo mismo sucedió cuando entró Rolle- y aunque
llegó el empate, siempre se supo que San Lorenzo no tenía más que para empatar.
Faltaba un montón, todavía, cuando Ferreyra definió con tres
dedos sin que Migliore pudiera más que mirarla. Todo el tiempo por venir se
consumió con muchos hinchas de San Lorenzo queriendo que Delfino arreglase con
el silbato lo que sus futbolistas no podían con el corazón ni con los pies.
Para Palomino fueron todos los puñales del reproche. pero Jara tampoco aportó
nada, luciendo como entre impotente y enojado.
El Ciclón pasó a ser rejunte de voluntades dispersas,
tratando de unir el corazón de Kalinski con el coraje de Prósperi, el vértigo
de Buffarini con tres delanteros (Jara, Stracquarlursi y Furch) que nunca
supieron dónde acomodarse para que la cantidad no estuviera tan disociada de la
calidad.
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