En la noche del Jueves Santo
se llevó a cabo en la Parroquia “San José” de nuestra Ciudad la tradicional
ceremonia de lavado de pies, presidida por el párroco Fernando Gómez, quién
además renovó los votos sacerdotales ante la comunidad, la Parroquia quedó
chica y un número importante de fieles tuvieron que participar de pie del
evento cristiano.
Desde las cuatro de la tarde
más de 150 jóvenes de Cabrera, Carnerillo, Deheza y Río Cuarto, realizaron las
correspondientes acreditaciones para participar de la “Pascua Joven” , se
alojaron en el “Proyecto Comunidad” y en la Escuela “Emilio F Olmos”, ansiosos
de compartir una experiencia religiosa importante durante cuatro días.
En Roma el papa Francisco
cumplió este Jueves Santo con el ritual del lavado de pies a doce jóvenes
presos, entre ellos dos chicas y dos musulmanes, después de celebrar la misa
crismal en la que instó a los sacerdotes que sirvan a los pobres y se
conviertan en pastores "con olor a oveja", en un mensaje claro de lo
que pretende ser su papado.
En una ceremonia íntima,
cuyas imágenes fueron proporcionadas por el Vaticano, Francisco lavó los pies
de diez chicos y dos chicas, entre los que había dos musulmanes, en la cárcel
de menores de Roma "Casal del Marmo", en un gesto sin precedentes en
la historia papal.
Arrodillado sobre un paño
blanco, el Papa vertió agua, secó y luego besó los pies de cada uno, suscitando
la emoción e incluso las lágrimas de estos jóvenes detenidos de varias
nacionalidades.
"Quien está en lo más
alto debe servir a los otros", dijo el Papa argentino, quien preside por
primera vez como pontífice los tradicionales ritos de Semana Santa.
"Esto es un símbolo y un
gesto: lavar los pies quiere decir que estoy a tu servicio", que se está
dispuesto "a ayudar a los demás", explicó el nuevo Papa a un grupo de
unos 50 detenidos de varias nacionalidades que participaron en la misa. Estos
le regalaron una cruz de madera y un reclinatorio hechos por ellos mismos.
El Papa reconoció al término
de esta ceremonia en la cárcel, con la que conmemoró la última cena de Jesús
con los doce apóstoles, que estos jóvenes le van a ayudar a ser "más
humilde, a ser un servidor, como debe ser un obispo".
Antes, por la mañana, en la
misa crismal ante 1.600 religiosos, entre ellos varios cardenales y obispos
congregados en la Basílica de San Pedro, el nuevo Papa abundó en este mensaje.
Pidió a los sacerdotes que
vistan la "humilde casulla", "salgan de sí mismos" y se
conviertan en "pastores con olor a oveja", en "pescadores de
hombres" y sirvan a los "pobres", a los "cautivos" y a
los "oprimidos".
"No es precisamente en
autoexperiencias ni en introspecciones reiteradas que vamos a encontrar al
Señor", advirtió Francisco, quien fustigó a los sacerdotes
"tristes", que terminan "insatisfechos", por ser "un
intermediario" o un "gestor" y que "no se juegan la piel ni
el corazón" y acaban convertidos en "una especie de coleccionistas de
antigüedades o de novedades".
Por eso, el Papa pidió a los
sacerdotes que vayan a "las periferias, donde el pueblo fiel está más
expuesto a la invasión de los que quieren saquear su fe".
"Es bueno que la realidad
misma nos lleve a ir allí donde lo que somos por gracia se muestra claramente
como pura gracia, en ese mar del mundo actual donde sólo vale la unción --y no
la función-- y resultan fecundas las redes echadas únicamente en el nombre de
Aquél de quien nos hemos fiado: Jesús", agregó.
Las palabras, acompañadas de
elocuentes gestos del primer Papa latinoamericano y jesuita de la historia han
llevado en las dos primeras semanas de sus pontificado una nueva impronta de
humildad a los llamados 'príncipes de la Iglesia' y a los fastos del Vaticano.
"Es un Papa incómodo.
Por ahora en el Vaticano lo rodean con aprecio, pero si sigue comportándose
como un 'obispo pobre' comenzará a irritar a los prelados más
conservadores", advierte el vaticanista Marco Politi.
La decisión de vestir una
simple sotana blanca --muy alejada de los oropeles que gustaba lucir su
antecesor Benedicto XVI--, el rechazo a calzar los mocasines rojos papales,
vivir, al menos por el momento, en el lujoso apartamento de los Papas dentro
del palacio apostólico del Vaticano o saludar desde un vehículo descubierto a
los fieles en la plaza de San Pedro forman parte del deseo de transparencia y
sencillez que pretende imprimir en la jerarquía de la iglesia milenaria.
Y es que, según el Papa,
"cuando la Iglesia no sale de sí misma para evangelizar deviene
autorreferencial y entonces se enferma", advirtió.
Después de la homilía, el
Papa ungió los aceites santos que se usan para los sacramentos, como los
bautizos y para los enfermos.
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